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sábado, agosto 19, 2006

El Jazz-Flamenco Hoy

Artículo de Ezequiel Paz. Madrid, febrero de 2003

Información tomada de Flamenco-World:
http://www.flamenco-world.com/magazine/about/jazz_flamenco/ejaz.htm


Cruces sonoros de la interculturalidad

El mestizaje musical ha marcado a fuego el inicio de este tercer milenio, incardinando al flamenco en la nueva cultura mundial. Esta dialéctica entre géneros, manifestaciones y mixturas sonoras ha afectado también al jazz flamenco, subgénero que en los últimos años se ha reavivado en registros fonográficos, colaboraciones o masterclasses. Una constatación científica lo explica: la interculturalidad como elemento transformador de las corrientes artísticas. Como quiera que sea su génesis, esta de la transnacionalización musical incluye tanto la estandarización de los discursos, como el intercambio prolífico de simientes. En el plano del jazz flamenco, este mestizaje ha posibilitado cruces e interacciones de brillante factura y talentosa creatividad, como demuestra la bullente actividad de músicos como Chano Domínguez, Gerardo Núñez, Jorge Pardo, Jerry González...


Chano Domínguez (Foto: Anahí Cármody)

Dentro de este proceso de renovación, el flamenco ha asimilado diversas influencias que pasan por el jazz en sus variantes swing, be-bop o cool jazz; el rock; el pop; los aires latinos como el son, la timba y el latin jazz; e incluso el rap o el funk. Tomando la complementación rítmica como pilar fundamental del fenómeno de fusión musical, el jazz flamenco no desdeña, sin embargo, la incorporación de matices sutiles de otras músicas que, no por estar en planos secundarios, pierden entidad, como la música arábigo andalusí o la contemporánea. En materia de creación, cientos de iniciativas manan del mercado español, recordándonos la delgada línea que separa los intentos lights de acercar distintas músicas, de los trabajos concebidos desde el respeto y la seriedad. El pianista gaditano Chano Domínguez ejemplifica, como pocos, el rigor jazzístico aplicado al flamenco. En su poblada discografía descollan títulos como '10 de Paco' (Nuevos Medios, 1995), 'Imán' (Karonte, 2000) y el directo recién salido del horno 'Oye cómo viene' (Lola Records, 2002), con DVD paralelo. Chano recela, al igual que Paco de Lucía, del término fusión y prefiere hablar de fusiones de músicos, para al fin capitular y situar al jazz flamenco en una fase de adolescencia. Entiende esta música como una unión salvífica de inspiraciones diversas donde tienen cabida, por igual, las referencias afrocubanas o los patrones del mundo arábigo andalusí.

Estos coqueteos del flamenco con el latin jazz van cobrando intensidad, azuzados en parte por el sello Lola Records del cineasta español Fernando Trueba, bajo el lema "the finest latin jazz label". La película 'Calle 54', y la banda sonora homónima, en la que participa Chano Domínguez; el 'Spain' del pianista Michel Camilo y el guitarrista Tomatito, distinguido con el Grammy al mejor disco de jazz latino de 2000; o el recientemente publicado 'Jerry González y los piratas del flamenco', en el que el trompetista departe con el guitarrista Niño Josele, el percusionista Piraña y el cantaor Diego el Cigala, dan muestra de las sabrosas aportaciones de la casa al catálogo de la trenza latin+jazz+flamenco.


Grammy latino para Tomatito y Michel Camilo

Dentro del universo de las seis cuerdas, resultan ineludibles tres maestros del toque y la improvisación: Juan Manuel Cañizares, Agustín Carbonell El Bola y Gerardo Núñez. El primero, segunda guitarra del maestro de maestros Paco de Lucía, lideraba hace dos años un inspiradísimo trabajo titulado 'Punto de encuentro' (Emi, 2000), donde disparaba al oído del oyente certeras flechas de sonidos eléctricos, al más dorado estilo Corea Electric Band. El Bola, por su parte, tras concebir a finales de los 90 discos como 'Alegrías de Cascorro' (Nuba, 1998) o 'Vuelo Flamenco' (Karonte, 1999), se consagró a sus amores brasileños, viajó a aquel país y ha decidido incorporar tañidos y batidas de la bossa-nova y el partido alto a su forma de atacar el flamenco.

Gerardo Núñez estrechaba lazos en 1999 con sendos monstruos del jazz contemporáneo: el bajista neoyorkino John Patitucci y el pianista panameño Danilo Pérez. El disco en cuestión lleva por título 'Calima' (Karonte, 1999) y presenta a un Danilo Pérez inédito en labores de acompañamiento. Un año después, Núñez perseguiría la cuadratura del círculo, a saber, la cohabitación de músicos de diferente formación bajo un mismo denominador común: hacer confluir todos los discursos en espontánea actitud. El experimento se llamó 'Pasajes' (Resistencia, 2002) y, aunque recién editado, se grabó con motivo del II Seminario de Jazz y Flamenco, celebrado en Sevilla en 2000 -por cierto, el único encuentro dedicado por entero al jazz flamenco en el mundo-. En el concierto se dieron cita encumbradas figuras de ambos géneros. Jeanne Lee, Paolo Fresu, George Colligan y Marc Miralta, más Esperanza Fernández, Perico Sambeat, Javier Colina y el propio Gerardo Núñez, que celebran con elegancia el encuentro sentando jurisprudencia musical. Bajo el mismo signo realiza 'Cruce de Caminos' (Resistencia, 2001), donde se mide con el saxo juguetón del valenciano Perico Sambeat, crecido ante el reto. En el disco, el guitarrista jerezano repite fórmula con Javier Colina (contrabajo), Arto Tuncboyaciyan (percusiones) y Marc Miralta (batería). Recientemente, Perico Sambeat se refería en 'Andaluciajazz.com' al porqué de este viraje flamenco de su música, resueltamente jazzística en sus comienzos: "El flamenco es una música tremendamente rica y era natural que nos acercáramos, poco a poco, a ella. Yo la he abordado a nivel rítmico, pero a nivel armónico y melódico sigo con las mías, que son las de jazz. Me interesa tanto como el gregoriano o la música gnawa".

Desde su atalaya jazzística madrileña, el guitarrista y multinstrumentista Ángel Rubio firmaba en 1998 con el título 'Jazzhondo' doce composiciones originales, entremezclando letanías arábigas, cajones flamencos, derbukas y coplas antiguas. Otro incondicional que confirma la teoría de vasos comunicantes entre el jazz y el flamenco es el batería uruguayo Guillermo Mc Guill, miembro del quinteto de Chano Domínguez y asiduo colaborador del guitarrista Rafael Riqueni o el cantaor Enrique Morente. Tras 'Los sueños y el tiempo', un discolibro dedicado a la memoria de la escritora María Zambrano, el batería lanza en 2002 su segundo álbum en solitario, 'Cielo'. Guillermo, alias "el todo terreno de las baquetas", admite que no le ha sido fácil enriquecer su jazz con las infinitas posibilidades del flamenco: "Aunque hay diferencias clarísimas entre el jazz y el flamenco, en cierta medida, se van borrando poco a poco en mi forma de tocar. No quiero decir que me ponga a tocar por bulerías inconscientemente cuando me siento, sino que voy incorporando a mi forma de tocar de jazzista ciertos elementos fundamentales del flamenco".

Izquierda: Esperanza Fernández con Gerardo Núñez (Foto: Anahí Cármody)
Derecha: Tino di Geraldo (Foto: Javier Hurtado)

Sustentos históricos

Echando a andar hacia atrás en la historia, ya en los sesenta hay tímidas propuestas de acercamiento de mundos hasta el momento ajenos como el flamenco y el jazz clásico. El jazz norteamericano, transformados sus preceptos fundacionales por el lenguaje transgresor de Charlie Parker, entra en los años 50 en una línea de renovación. Ejemplo de ello son las experiencias de rejo hispánico llevadas a cabo por Miles Davis a finales de los 50 y principios de los 60: 'Flamenco Sketches', tema incluido en el disco 'Kind of blue' y grabado en Nueva York junto a Cannonball Adderley, John Coltrane, Paul Chambers y Bill Evans; y de 'Sketches of Spain' (Sony, 1960), compuesto en tándem con el proteico Gil Evans, bajo el embrujo de obras de Manuel de Falla, Joaquín Rodrigo o Debussy. Seguiría en 1961 otro trabajo histórico, el 'Olé' de John Coltrane, obra intuitiva, de transición, en la que el flamenco es un pretexto para dar rienda suelta a una creatividad en constante evolución.

Ya en 1967 tiene lugar en España el que casi todos coinciden en señalar como primer aporte sustantivo al universo del jazz flamenco. Firmado por Pedro Iturralde y con la colaboración de Paco de Lucía, el disco 'Jazz Flamenco' (Universal, 1967) aborda la exposición de los palos flamencos en un tapiz abierto a la improvisación. En los años 80, experiencias como 'My Spanish Heart' del pianista norteamericano de origen caribeño Chick Corea; o las colaboraciones a tres bandas de McLaughlin, Coryell y Paco de Lucía redispararían la inercia de fusiones, confusiones y aflamencamientos que desde un par de décadas antes venía nutriendo al llamado Nuevo Flamenco. A propósito del debate "purismo versus renovación", Paco de Lucía, guitarrista respetado y admirado por igual entre clásicos y vanguardistas, señalaba en una entrevista publicada en 'Transiberia' en 1992: "En general, los flamencos son dogmáticos (...). No estoy de acuerdo con los puristas, no dejan que cada uno cante y toque como le de la gana. Yo pienso que todo es válido si sabes equilibrar".


Jorge Pardo y Juan Diego (Foto: Daniel Muñoz)

Y equilibrar es lo que el guitarrista hizo cuando estrenó su sexteto allá por la segunda mitad de los ochenta. De aquel grupo de figuras insignes (Paco y Pepe de Lucía, Ramón de Algeciras, Carles Benavent, Rubem Dantas y Jorge Pardo). Aparte del maestro, Carles Benavent y Jorge Pardo viraron hacia destinos desconocidos y asumieron riesgos inusitados en sus travesías compositivas, apoyados incondicionalmente por el sello madrileño Nuevos Medios. Benavent abría nuevos horizontes junto a Joan Albert Amargós o Chick Corea, mientras que Jorge Pardo hacía lo propio al lado de Potito, Antonio Carmona o Chano Domínguez. Ambos compositores firman en los últimos quince años trabajos que consolidan un lenguaje de difícil maridaje: el swing con duende. 'Agüita que corre' (Nuevos medios, 1995) o 'Aigua' (Nuevos Medios, 2001) del bajista; y 'A mi aire' (Nuevos Medios, 1987), 'Las cigarras son quizá sordas' (Nuevos Medios, 1991) o '2332' (Nuevos Medios, 1997) del saxofonista, conforman la quintaesencia de la experimentación con vocación de perdurar. Jorge Pardo recordaba en una entrevista reciente hasta qué punto fue importante el Paco de Lucía Sextet: "Aquel grupo determinó un sonido que marcó la historia del flamenco y también del jazz ya que, a partir de ahí, el resto del mundo conoció la bulería, incluido Nueva York".

Jazz flamenco... El discurso del mestizaje de cualquier música actual ha de entenderse en un sentido antinómico, es decir, ha de saber hacer confluir a la vez el apego a la tradición con la separación de las experiencias musicales de sus parámetros locales, nacionales o raciales. Patrones ancestrales sí, pero desleídos en aguas sin etiquetados, pues el buen poeta musical no puede olvidar que en lo más íntimo está siempre lo más universal. Paco de Lucía, rebosante de sabiduría popular, lo resume a su manera: "Es muy importante no perderse en la tradición porque ahí es donde está la esencia, el mensaje, la base. Sobre ella sí puedes ir a cualquier sitio y escapar, pero sin dejar nunca esa raíz porque, en definitiva, la identidad, el olor y el sabor del flamenco están ahí".

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