La estadounidense, que actuó anoche en Granada, ganó el Grammy por sus canciones en 'Buenas noches y buena suerte'
Dianne Reeves actúo anoche en Granada y hoy lo hace en el Festival de Jazz de Almería. Son dos de las únicas tres actuaciones que dará en España este otoño, a pesar de que es un país que asegura le «encanta, tanto su cultura como su gente». A sus 50 años la Reeves está en plenas facultades y está obteniendo todo tipo de reconocimientos en su carrera como cantante, dentro de una línea clásica del jazz que la asemeja, para la crítica, con Sarah Vaughan. El último empujón que ha recibido para convertirse en un diva es el Grammy por las canciones que interpreta en la película de George Clooney 'Buenas noches y buena suerte'. Ayer pasó toda la mañana en la Alhambra y asegura que cuando la vio grito 'Dios mío yo quiero cantar aquí'.
-En alguna ocasión usted ha cantado a Peter Gabriel o Leonard Cohen, ¿le atrae el pop? ¿Los nuevos estándares llegan desde el pop?
-Los estándares llegan porque a la cultura popular le gustan ciertas canciones que oye. Muchos de esos temas surgen cuando músicos de jazz cogen canciones populares y del pop para convertirlas en estándares. Es así, porque no es tan frecuente que la cultura popular se fije en un tema de jazz y diga que es un clásico.
-¿Qué le parecen los buenos tiempos que corren para las cantantes de jazz?
-La verdad es que ahora somos más visibles; el jazz es un trabajo donde abundan más las mujeres que los hombres (sonrisas), hay muchas mujeres jóvenes cantando, y también de éxito, pero creo que el rol de cantante femenino de jazz sigue siendo un rol muy duro porque la subcultura del jazz sigue siendo mucho más poderosa que la cultura popular de la música.
-Pero se echan de menos improvisadoras vocales, casi todas se quedan en buenas intérpretes.
-Las cantantes más promocionadas no improvisan, es cierto. Pero no pienso igual, las hay, en todo los instrumentos y también en la voz, lo que sucede es que no siempre son las mujeres más conocidas y populares. Yo considero que la improvisación es parte de la expresión musical, el corazón del jazz sigue siendo la improvisación.
-¿Su música suena mejor en compañía de George Cloney...?
-(Risas). Fue alucinante. Es increíblemente consciente de tantas cosas en el mundo, no sólo de una. Es extremadamente inteligente y entiende perfectamente cómo hacer que las cosas funcionen para ser representadas. Para mí, en cuanto a la pantalla y las canciones, fue una experiencia maravillosa. La otra experiencia maravillosa es que era realmente mono. Era muy fácil de admirar y genial para tenerle alrededor... ¿durante dos días y medio! (Risas).
Charles Aznavour
-Jóvenes y maduros, que también ha cantado con Charles Aznavour...
-(Risas). De hecho fue él el que me invitó a participar en su disco, fue genial. Ni siquiera pensaba que él pudiera saber de mi existencia, y cuando un día me dijeron 'Charles Aznavour quiere trabajar contigo', dije '¿Guau, claro, por supuesto!'.
-Se le elogian los discos, pero sobre todo los directos. ¿Cuál es el secreto?
-Siempre he tenido a mi alrededor muy buenos músicos y si haces una piña con ellos terminas siendo una familia. A la hora de prepararnos, desarrollamos una pacífica, equilibrada y familiar existencia, con mucha confianza. Algo básico para hacer buenos conciertos es estar cómoda y en confianza.
-El año que viene volverá a grabar tras una temporada sin discos de estudio, ¿cómo será?
-Mi último disco con nuevas composiciones fue 'Bridges', hace tres años, en el cual decidí tomar otra dirección musical. Y creo que probablemente cogeré aquel punto como punto de partida para otro camino. Habrá mucha tradición en ese disco, pero no haré algo como lo que he hecho en el pasado, no quiero repetirme.
-Pero siempre en la senda de la Vaughan.
-Claro, ella fue la que abrió un mundo lleno de posibilidades. En lo que más me influyó fue en cómo usar mi instrumento. Mi intención ha sido siempre la de buscar mi propia verdad, artística y personal y ella fue la que me abrió la puerta, la que me hizo ver y decir: 'Así, así'.
-En alguna ocasión usted ha cantado a Peter Gabriel o Leonard Cohen, ¿le atrae el pop? ¿Los nuevos estándares llegan desde el pop?
-Los estándares llegan porque a la cultura popular le gustan ciertas canciones que oye. Muchos de esos temas surgen cuando músicos de jazz cogen canciones populares y del pop para convertirlas en estándares. Es así, porque no es tan frecuente que la cultura popular se fije en un tema de jazz y diga que es un clásico.
-¿Qué le parecen los buenos tiempos que corren para las cantantes de jazz?
-La verdad es que ahora somos más visibles; el jazz es un trabajo donde abundan más las mujeres que los hombres (sonrisas), hay muchas mujeres jóvenes cantando, y también de éxito, pero creo que el rol de cantante femenino de jazz sigue siendo un rol muy duro porque la subcultura del jazz sigue siendo mucho más poderosa que la cultura popular de la música.
-Pero se echan de menos improvisadoras vocales, casi todas se quedan en buenas intérpretes.
-Las cantantes más promocionadas no improvisan, es cierto. Pero no pienso igual, las hay, en todo los instrumentos y también en la voz, lo que sucede es que no siempre son las mujeres más conocidas y populares. Yo considero que la improvisación es parte de la expresión musical, el corazón del jazz sigue siendo la improvisación.
-¿Su música suena mejor en compañía de George Cloney...?
-(Risas). Fue alucinante. Es increíblemente consciente de tantas cosas en el mundo, no sólo de una. Es extremadamente inteligente y entiende perfectamente cómo hacer que las cosas funcionen para ser representadas. Para mí, en cuanto a la pantalla y las canciones, fue una experiencia maravillosa. La otra experiencia maravillosa es que era realmente mono. Era muy fácil de admirar y genial para tenerle alrededor... ¿durante dos días y medio! (Risas).
Charles Aznavour
-Jóvenes y maduros, que también ha cantado con Charles Aznavour...
-(Risas). De hecho fue él el que me invitó a participar en su disco, fue genial. Ni siquiera pensaba que él pudiera saber de mi existencia, y cuando un día me dijeron 'Charles Aznavour quiere trabajar contigo', dije '¿Guau, claro, por supuesto!'.
-Se le elogian los discos, pero sobre todo los directos. ¿Cuál es el secreto?
-Siempre he tenido a mi alrededor muy buenos músicos y si haces una piña con ellos terminas siendo una familia. A la hora de prepararnos, desarrollamos una pacífica, equilibrada y familiar existencia, con mucha confianza. Algo básico para hacer buenos conciertos es estar cómoda y en confianza.
-El año que viene volverá a grabar tras una temporada sin discos de estudio, ¿cómo será?
-Mi último disco con nuevas composiciones fue 'Bridges', hace tres años, en el cual decidí tomar otra dirección musical. Y creo que probablemente cogeré aquel punto como punto de partida para otro camino. Habrá mucha tradición en ese disco, pero no haré algo como lo que he hecho en el pasado, no quiero repetirme.
-Pero siempre en la senda de la Vaughan.
-Claro, ella fue la que abrió un mundo lleno de posibilidades. En lo que más me influyó fue en cómo usar mi instrumento. Mi intención ha sido siempre la de buscar mi propia verdad, artística y personal y ella fue la que me abrió la puerta, la que me hizo ver y decir: 'Así, así'.
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