Por D. Leguina
El piansita gaditano Chano Domínguez llega esta noche al Festival de Jazz de Cartagena con su última aventura musical: 'New Flamenco Sound'
«Siempre me han estado poniendo etiquetas; ahora voy a definir mi estilo como yo quiero». Así se expresa Chano Domínguez (Cádiz, 1960) al hablar de su música, de esa constante búsqueda de nuevos sonidos, colores, otros horizontes, de «esa relación diaria con la música que me va alimentando». Aprendizaje y sabiduría -«ese es el camino que quiero seguir», confiesa- se dan la mano todos los días en el mundo de este singular músico que hoy desembarca en el Festival de Jazz de Cartagena con su última propuesta: New Flamenco Sound.
- ¿Redescubrir o revitalizar estilos propios como la copla o el flamenco con un piano es una responsabilidad?
- Pues la verdad es que no lo sé. Yo hago la música que me sale. Y esta música ha crecido conmigo desde la infancia. La copla o el flamenco son parte de mí porque las escuchaba constantemente en mi casa, de pequeño, por mis padres. Entonces, no sé si es una responsabilidad, pero el músico tiene que ser responsable de los acordes que crea; en ese sentido yo lo soy.
- Versionar a John Coltrane o Thelonious Monk y darles ritmos flamencos sin quebrar su esencia es casi un trabajo de chinos.
- Es el trabajo de una persona que nace en un lugar donde la cultura que tiene es muy fuerte, como es mi caso, y que nació en un entorno lleno de flamenco. Y eso hace que mi música tenga esa particularidad, aunque yo sea un músico de jazz. Por eso, yo puedo coger un tema de Monk y adaptarlo a un tiempo flamenco con facilidad. No es una cosa de chinos, es una cosa que me encanta. Además, yo lo veo de una manera natural.
- ¿La conexión entre flamenco y jazz está en el sentimiento?
- No está en la forma, está en el fondo. Realmente, ¿qué son estas músicas?, son músicas de pueblos que han sido nómadas, que han vivido situaciones extremas y que han salido adelante y han crecido en conocimiento gracias a la fusión cultural y musical. Por ejemplo, la fusión del jazz, creada por el pueblo africano que llega a América y que adopta los instrumentos de los blancos. El flamenco, por otro lado, surge en ese pueblo que no para de caminar y que va dejando su huella por donde pasa.
- ¿Se siente creador, quizá sin quererlo, de un nuevo lenguaje con el piano?
- Yo me siento creador de mi propio lenguaje. De mi manera de ver la música, de improvisar. Por eso, a mi último disco le puse New Flamenco Sound. Realmente, lo que caracteriza mi música, a pesar de que yo sea un músico de jazz, son las claves flamencas, los ritmos que le imprimen a mi música personalidad. Por eso el disco lleva ese título; es una etiqueta que le he querido poner. Llevo toda mi carrera siendo objeto de etiquetas por parte de mucha gente, discográficas, periodistas... Entonces ha llegado un momento en que me he dicho: 'Voy a definir mi música y mi estilo como yo quiero'.
- La intuición parece en usted algo innato.
- La intuición se va desarrollando con el tiempo, como todo. El músico se debe a la música todos los días. Eso es lo que te hace ir teniendo más conocimento, y que al enfrentarte a diario con tu instrumento la sabiduría vaya creciendo dentro de ti.
- Su música ha derivado hacia los ritmos caribeños en los últimos años.
- Es que la música del caribe está muy cerca de la mía. Los ritmos caribeños tienen mucho que ver con los de Cádiz, con los tanguillos, los tangos, las rumbas. Los ritmos del Caribe me suenan muy naturales, muy cercanos. De hecho, en el flamenco existen los palos de ida y vuelta, como las colombianas, las guajiras, las milongas; y son cantes y palos del flamenco que están influenciados por el ir y venir de los flamencos de un lado al otro del Atlántico. Y eso me produce una conexión totalmente natural.
- La guitarra ya no es el instrumento de referencia en el flamenco.
- No cabe duda de que la guitarra flamenca ha sido la madre de todo el acompañamiento, de la vestidura del cante. Y eso seguirá igual. Lo que ocurre es que hace ochenta años era mucho más difícil encontrar a un flamenco que se sentara a un piano, o que cogiera un saxo o una trompeta; era muy complicado. Pero hoy en día los instrumentos están al alcance de todos. Yo siempre digo que el flamenco no lo crea el instrumento, sino la persona. Dale una guitarra flamenca a un músico que desconoce el arte y te tocará otra cosa, pero no flamenco. Sin embargo, le puedes dar a un músico flamenco una trompeta y sonará flamenco.
- ¿A dónde le lleva el continuo aprendizaje en la música a Chano Domínguez?
- A seguir buscando. A seguir en esa relación diaria con la música que me va alimentando y de donde voy sacando esas ideas y esas melodías que voy plasmando en mis discos. Hacia ahí es hacia donde voy. Quiero seguir trabajando para poder mostrar a la gente la música que hago.
- Visto desde fuera, caminar por la música improvisada parece peligroso.
- Yo vivo de la improvisación. Muchas de mis composiciones son meros pretextos para improvisar. Eso ha venido conmigo desde mis inicios, desde mis primeros pasos en la música con un grupo de rock andaluz que se llamaba CAI, en los años setenta. En aquella época ya mezclaba las influencias del rock sinfónico con las claves del flamenco de manera improvisada. La improvisación siempre ha estado presente en toda mi música.
- ¿Hay un antes y un después de Calle 54 en la vida de Chano?
- Fue un punto de inflexión en mi carrera importante, cómo no. Fernando Trueba, con su visión subjetiva del mundo del jazz latino, realizó un trabajo enorme. Y puso a muchos músicos, entre los que me encuentro, en el celuloide, con todo lo que eso significa. Fue una oportunidad que me dio a conocer al otro lado del Atlántico. Acabo de colaborar con Saura en su última película, Iberia, haciendo una versión de El Puerto, de Isaac Albéniz; y para mí siempre es un placer colaborar con Saura.
- Y Cuba, ¿qué tiene Cuba?
- Si conoces Cádiz y conoces La Habana te das cuenta de que existen similitudes en la manera de ser y de estar de las gentes. Cádiz y Cuba tienen un punto isleño muy parecido. Y eso se nota en la música. Tengo una conexión muy fuerte con músicos de allí desde la primera vez que pisé Cuba. Chuco Valdés me invitó a tocar con él en el Festival de Jazz de La Habana, y vuelvo a estar invitado en la próxima edición; es una ciudad con la que tengo un gran hermanamiento.
- ¿Redescubrir o revitalizar estilos propios como la copla o el flamenco con un piano es una responsabilidad?
- Pues la verdad es que no lo sé. Yo hago la música que me sale. Y esta música ha crecido conmigo desde la infancia. La copla o el flamenco son parte de mí porque las escuchaba constantemente en mi casa, de pequeño, por mis padres. Entonces, no sé si es una responsabilidad, pero el músico tiene que ser responsable de los acordes que crea; en ese sentido yo lo soy.
- Versionar a John Coltrane o Thelonious Monk y darles ritmos flamencos sin quebrar su esencia es casi un trabajo de chinos.
- Es el trabajo de una persona que nace en un lugar donde la cultura que tiene es muy fuerte, como es mi caso, y que nació en un entorno lleno de flamenco. Y eso hace que mi música tenga esa particularidad, aunque yo sea un músico de jazz. Por eso, yo puedo coger un tema de Monk y adaptarlo a un tiempo flamenco con facilidad. No es una cosa de chinos, es una cosa que me encanta. Además, yo lo veo de una manera natural.
- ¿La conexión entre flamenco y jazz está en el sentimiento?
- No está en la forma, está en el fondo. Realmente, ¿qué son estas músicas?, son músicas de pueblos que han sido nómadas, que han vivido situaciones extremas y que han salido adelante y han crecido en conocimiento gracias a la fusión cultural y musical. Por ejemplo, la fusión del jazz, creada por el pueblo africano que llega a América y que adopta los instrumentos de los blancos. El flamenco, por otro lado, surge en ese pueblo que no para de caminar y que va dejando su huella por donde pasa.
- ¿Se siente creador, quizá sin quererlo, de un nuevo lenguaje con el piano?
- Yo me siento creador de mi propio lenguaje. De mi manera de ver la música, de improvisar. Por eso, a mi último disco le puse New Flamenco Sound. Realmente, lo que caracteriza mi música, a pesar de que yo sea un músico de jazz, son las claves flamencas, los ritmos que le imprimen a mi música personalidad. Por eso el disco lleva ese título; es una etiqueta que le he querido poner. Llevo toda mi carrera siendo objeto de etiquetas por parte de mucha gente, discográficas, periodistas... Entonces ha llegado un momento en que me he dicho: 'Voy a definir mi música y mi estilo como yo quiero'.
- La intuición parece en usted algo innato.
- La intuición se va desarrollando con el tiempo, como todo. El músico se debe a la música todos los días. Eso es lo que te hace ir teniendo más conocimento, y que al enfrentarte a diario con tu instrumento la sabiduría vaya creciendo dentro de ti.
- Su música ha derivado hacia los ritmos caribeños en los últimos años.
- Es que la música del caribe está muy cerca de la mía. Los ritmos caribeños tienen mucho que ver con los de Cádiz, con los tanguillos, los tangos, las rumbas. Los ritmos del Caribe me suenan muy naturales, muy cercanos. De hecho, en el flamenco existen los palos de ida y vuelta, como las colombianas, las guajiras, las milongas; y son cantes y palos del flamenco que están influenciados por el ir y venir de los flamencos de un lado al otro del Atlántico. Y eso me produce una conexión totalmente natural.
- La guitarra ya no es el instrumento de referencia en el flamenco.
- No cabe duda de que la guitarra flamenca ha sido la madre de todo el acompañamiento, de la vestidura del cante. Y eso seguirá igual. Lo que ocurre es que hace ochenta años era mucho más difícil encontrar a un flamenco que se sentara a un piano, o que cogiera un saxo o una trompeta; era muy complicado. Pero hoy en día los instrumentos están al alcance de todos. Yo siempre digo que el flamenco no lo crea el instrumento, sino la persona. Dale una guitarra flamenca a un músico que desconoce el arte y te tocará otra cosa, pero no flamenco. Sin embargo, le puedes dar a un músico flamenco una trompeta y sonará flamenco.
- ¿A dónde le lleva el continuo aprendizaje en la música a Chano Domínguez?
- A seguir buscando. A seguir en esa relación diaria con la música que me va alimentando y de donde voy sacando esas ideas y esas melodías que voy plasmando en mis discos. Hacia ahí es hacia donde voy. Quiero seguir trabajando para poder mostrar a la gente la música que hago.
- Visto desde fuera, caminar por la música improvisada parece peligroso.
- Yo vivo de la improvisación. Muchas de mis composiciones son meros pretextos para improvisar. Eso ha venido conmigo desde mis inicios, desde mis primeros pasos en la música con un grupo de rock andaluz que se llamaba CAI, en los años setenta. En aquella época ya mezclaba las influencias del rock sinfónico con las claves del flamenco de manera improvisada. La improvisación siempre ha estado presente en toda mi música.
- ¿Hay un antes y un después de Calle 54 en la vida de Chano?
- Fue un punto de inflexión en mi carrera importante, cómo no. Fernando Trueba, con su visión subjetiva del mundo del jazz latino, realizó un trabajo enorme. Y puso a muchos músicos, entre los que me encuentro, en el celuloide, con todo lo que eso significa. Fue una oportunidad que me dio a conocer al otro lado del Atlántico. Acabo de colaborar con Saura en su última película, Iberia, haciendo una versión de El Puerto, de Isaac Albéniz; y para mí siempre es un placer colaborar con Saura.
- Y Cuba, ¿qué tiene Cuba?
- Si conoces Cádiz y conoces La Habana te das cuenta de que existen similitudes en la manera de ser y de estar de las gentes. Cádiz y Cuba tienen un punto isleño muy parecido. Y eso se nota en la música. Tengo una conexión muy fuerte con músicos de allí desde la primera vez que pisé Cuba. Chuco Valdés me invitó a tocar con él en el Festival de Jazz de La Habana, y vuelvo a estar invitado en la próxima edición; es una ciudad con la que tengo un gran hermanamiento.
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