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Información tomada de Flamenco-World:
http://www.flamenco-world.com/jazz/jazz9.htm
Sin duda, Paco de Lucia es quien más y mejores reconocimientos ha obtenido en este campo, donde no se pueden olvidar los intercambios musicales con John McLaughlin y Al Di Meola recogidos en dos álbumes: "Friday night in San Francisco", de 1981, encierra en sus cinco interpretaciones grabadas en directo dos de Egberto Gismonti y Chick Corea; en "Passion, grace & fire", del 83, cada guitarrista aporta una composición por cara en este disco, registrado esta vez en estudio. Ese mismo año grabaria "Castro Marin", con la colaboración de Larry Corryeli en un tema y de Corryeli y McLaughlin en otro; no existe disco de estos tres guitarristas, aunque hicieron también una gira.
Paco tomó un recurso de la pulsación del jazz, rodeando la nota que se quiere destacar por otras satélites tocadas muy rápido, añadiendo efecto rítmico; así refleja los pellizcos del cantaor y deja colorido moruno con notas secundarias. Otro recurso jazzístico utilizado por Paco es marcar suavemente la armonía con la púa mientras improvisa otro instrumento.
En este terreno hay que resaltar los discos que Paco de Lucía ha grabado en directo con sexteto, integrado por sus hermanos Ramón y Pepe, además de Carlos Benavent, Jorge Pardo y Rubem Dantas. Estos discos son "Live... one summer night", grabado durante una gira europea en 1984, y "Live in America", aparecido a finales del 93. Los jazzistas le reprochan que desarrolle siempre una sola vertiente, algo que consideran inexplicable en un músico que tiene a su alcance multitud de esquemas jazzísticos y de improntas geniales que se diluyen en una fusión tediosa, falta de momentos brillantes, que deja atrás muchas incorporaciones.
En 1978, Paco estaba grabando su disco dedicado a Manuel de Falla e invitó al grupo Dolores a grabar un par de temas, dos canciones de "El amor brujo". Al mes siguiente los invitó para una gira. Los madrileños Dolores ya se habian adentrado en estos terrenos con guitarra flamenca, castañuelas y arreglos de jazz en "La niña de los Montoya", compuesta por Pedro Ruyblás e Hilario Camacho para abrir su primer LP de 1976. Un disco que tiene bonitas muestras de jazz con aura flamenca, como "El jaleo" o "El reflejo", jazz-rock escrito por Andrés Olaegui, guitarrista de Guadalquivir. La continuidad de este grupo madrileño se da con Jorge Pardo, que profundiza en los dos campos.
El guitarrista catalán Toti Soler, que durante los 70 dejó varios discos de guitarra, llegó a hacer una espléndida versión flamenca de "in a silent way" de Joe Zawinui con ritmo por alegrías en su primer LP como solista. A partir de los 80 ejercería su doble vertiente de flamenco y jazzista.
El teclista Jordi Sabatés trabajó en repetidas ocasiones con Toti, y su mayor sabor flamenco se encuentra en el tema "Triada" de "Ocelis del mes enliá", año 1975. Aires españoles tenían los dos elepés de los también barceloneses Música Urbana (más ágil y fresco el segundo, "Iberia"), como su posterior extensión Amargós-Benavent y el proyecto Iberia junto a Cañizares y Ginesa Ortega. Por último, Iceberg introdujo, por medio de las composiciones de su guitarrista Max Suñé, elementos flamencos en su jazz-rock tipo Mahavishnu Orchestra.
De la onda laietana cambiamos al rock andaluz. Guadalquivir hicieron un aliño que tenía algunos elementos de estas músicas; era un grupo madrileño ¡¡dorado por dos guitarristas sevillanos, uno de ellos después en Arrajatabia. Incluso Triana, en el tema "Sombra y luz", mezcla los dos campos.
Pata Negra se mojó de jazz en la versión de "How high the moon", uno de sus muchos recursos extraflamencos. También Diego Carrasco es capaz de aunar alegrías de Cádiz y swing en su genial "Oliva y naranja", y Diego Amador, el teclista hermano menor de Pata Negra, realiza experimentos cabales; en su primer LP como Patita Negra, "Anticipo flamenco", exhibe con brillantez su inclinación por el jazz en instrumentales como "Soleá del Churri", "Seguiriya de pildoriiia" o el homenaje que cierra el disco, "Tío Pastorius". También pianista, y más joven aún, es Pedro Ricardo Miño, que a los 14 años (1993, hijo del guitarrista Ricardo Miño y la bailaora Pepa Montes) compuso "Soleá para Miles Davis". Nono Carcía es un guitarrista de Barbate que estudia en Granada, donde toca con Carlos Cano y llega a grabar dos discos junto a Aurora Moreno. Descubre el jazz, trabaja en bandas sonoras y con varios grupos en Madrid... hasta que decide establecerse en Bélgica, donde forma la Belgium Band además de colaborar con Vaya con Dios y Faena. De vuelta a su tierra crea la Cádiz Experience junto al teclista Chano Domínguez y publica su primer LP en noviembre del 91, "Las quimeras del momento", además de colaborar con el guitarrista Tito Aicedo, especialista en Diango Reindhart, también enamorado del flamenco y también de Cádiz.
Chano grabó con Aicedo un elepé ("Memorias", Matasellos 1989, donde incluye la 'Rumba del Tío Félix", al estilo Corea); antes tuvo un grupo de rock, Cai, y otro de jazz, Hiscadix; después, además de colaborar con muchos músicos de prestigio, publicó un disco en solitario, "Chano", apoyando su delicada proyección en jóvenes músicos y dedicando sus respetos a John Coltrane, Bill Evans y Thelonius Monk. Sólo necesita del acompañamiento de unas palmas para dejar las mejores bulerías que se han grabado al piano, aunque fueran bautizadas como 'Refrito". Un álbum de jazz moderno y luminoso, con jondas incursiones en el flamenco que conoce bien... porque de sus muchos dedos, unos pocos le han salido gitanos. Tiene su propia banda de directo y a finales del 94 se alía con Jorge Pardo para ofrecer su respetos a Paco de Lucía, en disco y gira.
Otro gaditano inspirado es el guitarrista Paco Ríos, cuyos aires cálidos atraviesan el "Swing de la bahía" de su primer LP, un disco de jazz ambiental, música cálida y amable con el aura de Pat Metheny flotando sobre las composiciones. Y para cabriola, la de Xesús Pimentel y Marcos Teira, guitarristas flamencos gallegos que graban en Praga y se atreven a pasar por fandangos el "All blues" de Miles Davis.
Jaleo se encuentra dirigido por el guitarrista flamenco Diego Cortés; es un grupo de Barcelona con ocho miembros y sofisticados arreglos cuyo fuerte se halla en una espectáculo en directo con dos vistosas bailaoras al frente. Comenzaron en 1989 y tienen dos LPs de flamenco-jazz amable en los que dan las gracias a Metheny por la inspiración. Tienen más actuaciones en el extranjero que en su país. Intentos hay por doquier, sin grabaciones como Veiahí o el Manolo Vargas Quinteto; el repertorio de este último era una delicada corriente de jazz con orillas flamencas y formación poco usual (guitarra flamenca, saxo soprano, vibráfono, guitarra eléctrica y bajo) y bulerías destacabas ("Manzanilla fresca").
Es de justicia mencionar también la dedicación de artistas como el pianista Tomás San Miguel (ex Dolores) o el francés jean Marc Padovani, cuyo flamencojazz se puede escuchar en el elepé "Tres horas de sol"; las brisas andaluzas acarician el disco de Gautama del Campo y Adolfo Delgado (saxofonista y pianista sevillanos), 'A fuego lento" (1993), azuzadas por la guitarra flamenca de Carlos Heredia; o el trio madrileño Elementales, con un violín en swing que debe mucho a Stephan Grapelli, en cuyo primer LP destacan títulos como "Tanguillo de las entrañas" y "Monge y cruz"; la misma onda de tango-jazz-moderado pero con las variaciones instrumentales de saxo-flauta sostiene el quinteto Caudal, que sólo ha registrado dos temas para el recopilatorio "Circuitos 1 994".
Que al guitarrista Gerardo Núñez le gusta el jazz queda patente en su LP "Flamencos en Nueva York", que contiene el homenaje "A Gil Evans" con el saxofonista Javier Paxariño. Gerardo respalda junto a José Antonio Galicia y otros músicos un espectáculo de flamenco-iazz de Carmen Cortés.
Sí, existen muchas formas: desde los arreglos que a Manzanita producía su contrabajista negro, el espléndido Dave Thomas, pasando por la big band que interviene en "Tauromagia" de Manolo Sanlúcar, o cuando Juan Carlos Calderón en un inciso de los 70 se puso serio para intentar hacer confluir el flamenco y el jazz, hasta los conatos de Ketama junto al pianista caribeño Michel Camilo o los apuntes de La Barbería como un elemento más de su amalgama. Incluso los Gipsy Kings: es curiosa la introducción de su LP en directo por parte de los músicos invitados.
Había para todo, si hacemos caso a lo que escribía Jesús Torbado en Mundo joven hace un cuarto de siglo: "Valen es el primer autor del mundo de una canción daitónica (para él, una mezcla de ¡flamenco y jazz!), titulada Manzanítas azules". Entre las humoradas también hay que contar la del músico Tino Contreras como "Flamenco jazz", disco de 4 canciones publicado en 1966.
En la otra cara, uno de los proyectos más serios ha tenido lugar en 1 993. Se tituló "Jazzpaña" y está certeramente dedicado a Gil Evans y Camarón. Vince Mendoza y Arif Mardin configuran un tándem californiano de reputados arreglistas y compositores que puso en pie la idea desde Alemania, a partir de los contactos del sello alemán Act con Nuevos Medios. Bajo el espíritu de "Sketches of Spain" concordia de músicos españoles sobresalientes y algunos relevantes instrumentistas americanos, algo de electricidad e implicación de músicos con experiencia en el asunto de esta intriga ambiciosa e intensa. Uno de los mejores ejemplos se encuentra en los tangos que llevan las guitarras de Juan Manuel Cañizares y Al Di Meola y los saxos de Jorge Pardo y Michael Brecker; por otro lado destacan Carles Benavent, Rubem Dantas, Steve Khan, Peter Erskine... El cante es puesto por Ramón el Portugués, que despunta en una mutación de "Soy gitano" con los arreglos de complicada distribución y gran efecto global que caracterizan los 64 minutos. En total, 38 músicos para una Big band que hace de éste un disco de estructuras, henchido de detalles, que llegó a ser nominado para dos Grammys.
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