Alberto García Reyes, Octubre 2001.
Diego, el título de tu nuevo disco es un reto. Hablas en él de aire y de pureza...
Claro, hablo de estas cosas porque ahí hay palos como la seguiriya, la soleá, el taranto o la rondeña, pero también hay otras cosas más modernas que, pese a todo, nunca pierden el aire flamenco.
Hasta ahora se te conocía mucho como colaborador, pero en solitario el resultado de tu música es diferente.
Es que aunque yo toco para gente que me gusta, como el Tomate o el Grilo, siempre tienes que estar a su servicio. Las ideas buenas me las guardo para mí.
Diego Amador
Tú te has criado en un ambiente muy rompedor, en el núcleo del nuevo flamenco, pero te gusta hablar de pureza, ¿no?
Yo creo que la pureza existe y que es lo único que nos queda. Estoy absolutamente de acuerdo con que los viejos protesten porque alguien tiene que poner un poco de orden en todo esto, ya que los jóvenes algunas veces nos pasamos. Yo reconozco que empecé tocando flamenco, pero luego escuché otras cosas y estuve a punto de salirme. Pero a la larga o a la corta te das cuenta de que la música es un camino y si tienes que hacer flamenco debes hacer flamenco y sólo eso.
¿Te gusta la palabra fusión?
Yo no creo en eso y en este disco no he hecho nada de fusión. Cuando estoy tocando flamenco, lo hago lo más puro posible, y cuando estoy tocando jazz, igual. Pero no se me ocurre mezclar ambas cosas en un mismo tema porque creo que cada cual tiene su fundamento y éste se pierde cuando fusionas.
En este trabajo haces temas muy flamencos y otros algo más comerciales...
Por supuesto. He hecho una soleá de Juan Talega con orquestación de cuerda en la que he metido mandola y mandolina, pero también he hecho otras cosas más comerciales porque pienso que aunque yo sea flamenco hay gente diferente que quiere escuchar otras cosas.
¿Qué le debes a Pata Negra?
Si no hubiera sido por mis hermanos a lo mejor no habría escuchado otras músicas. A ellos les debo haber salido a tocar la batería con siete años y tener la experiencia que tengo con sólo 28. Pero ahora soy yo el que le pasa a ellos los discos.
¿Quiénes son tus ídolos?
Sobre todo tres: Camarón, Jaco Pastorius y Miles Davis. Luego están Juan Talega, El Borrico, Mairena, Vallejo... A ellos nunca dejaré de escucharlos, porque son la raíz de esto.
¿Te molesta que los que desconocen la historia vayan por ahí de innovadores?
El flamenco está un poquito confundido hoy con esto de los grupos jóvenes. A veces voy a un sitio a tomar una copa y vuelvo con el oído roto. Hay mucha ojana. Está bien que se dé a conocer el flamenco, pero no lo podemos confundir con el flamenquito. Para hablar de flamenco hay que lavarse la boca.
¿Cuál es para tí la receta para ser flamenco y no flamenquito?
Siempre hay que tener una base, estudiar da seguridad. Yo me siento bien cuando aprendo cosas nuevas de flamenco, cuando lo estudio, y mucha gente no puede decir lo mismo. Ahora la gente del jazz se va a estudiar a Berckley y toca muy bien, pero le falta lo que le falta: el corazón. Hay que haber vivido penas, cosas malas de un barrio.
Tu instrumento fuerte es el piano, pero en la guitarra tienes también un norte muy claro, ¿no?
Paco de Lucía, como Camarón, es para mí el espejo donde mirarme. Para hablar de Paco no hay palabras. El que no escuche a Paco de Lucía es que es tonto, con perdón, no tiene cultura musical, no tiene nada. Es que cuando hablo de él me pongo nervioso. Yo he rayado discos de Camarón y de Paco de tanto escucharlos.
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