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lunes, agosto 14, 2006

Entrevista Toni di Geraldo


'TINO', EL DISCO LIBRE

"No pretendo descubrir ni inventar nada,
sino hacer lo que me da la gana"

Silvia Calado Olivo. Madrid, octubre de 2003


Tino di Geraldo (Foto: Daniel Muñoz)



¿Cómo se fraguó 'Tino', tu nuevo disco?

He hecho lo que me ha dado la gana, que es lo que me apetecía, lo que me gusta y lo que pretendo. Eso lo resume todo. No hay una dirección concreta... es música para aficionados a la música. Me molesta que en una reseña dijeran que había que ser un experto en percusión para entender ese disco. Yo, como aficionado a la música, lo hago pensando en los demás aficionados a la música, no para profesionales. No pretendo más que eso, ni descubrir nada, ni inventar nada, sino hacer lo que me da la gana.

He tardado tres años en hacer este trabajo, aunque no he estado todo el rato haciendo sólo eso. He tenido tiempo para masticar, digerir, volver a dar vueltas y tirar cosas que daba por hechas. No tengo excusas ni de tiempo ni de medios, entre comillas. Tampoco es que haya podido ir a grabar al estudio de Peter Gabriel ocho meses, pero he podido hacer lo que he querido a nivel técnico y a nivel humano. He podido contar con los músicos que me ha dado la gana. Cuando tuve nueve temas, un minutaje mínimo, me dije "bueno, hasta aquí ya vale, no hace falta que me rompa más los cuernos; soy capaz de editarlo, de venderlo y de que lo escuche la gente".

El disco es de lo más ecléctico en cuanto a influencias...

No es premeditado, me sale así. No me pongo a pensar que "voy a coger de todo y lo voy a mezclar". Yo soy así desde pequeño, escucho lo mismo ópera que a James Brown, flamenco o música de cine. Siempre he escuchado de todo y cuanto más diferente, mejor, porque me encanta la sorpresa, la variedad, el cambio, no soporto lo mismo todo el rato. Me encanta descubrir cosas nuevas. Lo que ya conoces lo sigues disfrutando, pero me encanta descubrir. Y a la hora de hacerlo como profesional, voy cogiendo de aquí y de allí; me parece que tiene sentido. Claro que muchas cosas te gustan pero no las editarías ni tendrías el morro de ponerlas en una tienda con tu nombre. Puede que esté equivocado o loco, pero a lo que he hecho, le encuentro un sentido. No es un collage ni una mezcla de cosas. Aunque para mí es todo lo mismo, al fin y al cabo: música, melodía y ritmo.

¿Qué componente flamenco puede tener este disco?

En el disco hay un tema nada más que sí se puede decir que tenga flamenco. Se llama 'Por digeraldinas', porque un amigo de Salamanca que se llama Jualo me lo escuchó un día y le gustó mucho. Cada vez que lo veía me decía: "Tócame por digeraldinas". Al final, le puse ese nombre porque hay que ponerle un nombre a los temas, por un lado; y aprovecho para darle un homenaje a un personaje que se lo merece, por otro lado. Algo de flamenco hay ahí, el que lo quiera ver que lo vea.

Y luego, para mí, el flamenco está en todo, aunque estés con una guitarra eléctrica metiendo mucha caña, muy heavy... El flamenco está en el gesto. O, dicho con una palabra muy flamenca, en el pellizco. El pellizco no es patrimonio flamenco, está en la forma de ser, aunque hagas heavy, punk, jazz, funky o lo que sea. Por eso los flamencos o los gitanos muchas veces dicen que "fulanito qué flamenco canta". Y lo mismo hablan de Luz Casal, que les encanta a los flamencos porque dicen que es muy flamenca cantando y no tiene ni puta idea de cantar flamenco. Ya le gustaría a ella. No hace falta ser flamenco para ser... flamenco. Diego Carrasco oye muy flamencos todos los temas. El que está dedicado a él -porque me lo pidió, le dio por ahí la primera vez que lo oyó- es, en su opinión, flamenquísimo. Y para mí también, pero no es un disco flamenco. No es un disco de nada.

¿Y cómo crees que el flamenco puede seguir sorprendiendo?

Siempre. Cuanto más para atrás, más te sorprende. Cuanto más hurgas en el desván, más te sorprendes.

¿Y para delante?



Tino di Geraldo (Foto: Daniel Muñoz)


Últimamente no recuerdo nada que me haya sorprendido. Enrique Morente me sorprende, no ya por el trabajo que hace, sino por cómo es. El disco que haga me puede gustar más o menos, porque los hace otra persona, son circunstanciales. Me sorprende él como artista, como flamenco novedoso que intenta hacer cosas diferentes. Y luego me sorprende gente por cómo toca. La sorpresa no siempre está en el mismo sitio. A veces sorprende la música y otras el músico. Sorprende Vicente Amigo cada vez que coje la guitarra, toque lo que toque, como si toca 'La bien pagá'.

Musicalmente, es difícil. En el flamenco está todo el mundo tirando de la teta, la vaca la pobre está ya... Y parece que siempre queda una gotita por ahí. También por el afán de ganar dinero, de ser famoso, de llegar lo más arriba posible, de tener éxito, los flamencos ven que lo tienen a huevo. Me imagino a los chavales en su casa diciendo "a ver qué hacemos". Están escuchando funky, hip hop, están con las maquinitas... Tú coges una maquinita y pones cualquier ritmito, que ya viene todo grabado, tacumtam tatumta y haces aayaayy. Y viene el de la radio poniéndole un nombre. De momento, no es más que eso. Están jugando, se está cocinando, pero al final te quedas con la tradicional. Podemos probar a hacer la fabada con papaya y lo mejor está hasta buena, pero al final te quedas con la fabada.

Lo que del flamenco es de puta madre es que nada es nunca igual. El flamenco es así. Y nunca hay las mismas esperas. Viene el blanco apuntando todo, preguntando "¿cuántos compases hay de espera?". Y le dicen los flamencos que de dónde ha salido. Camarón subía a cantar y decidía arriba. Se sentaba al lado de Tomate y se le oía decirle: "Vamos a hacer una letrita por soleá primero. No, una por bulerías. ¿En qué tono? Ejem. Pónmela al cuatro. Ejem. No, al tres". Y ya está, sobre la marcha.

¿Piensas llevar el disco a directo?

Pensarlo, sí. Pero es complicado porque es un rollo muy de laboratorio. No es una banda, ni son temas que nos juntamos cuatro y los hacemos. Es como si quisieras llevar una película como 'Terminator' al teatro. No sólo basta la historia y uno que la cuente. Todo depende de todo. Si quitas una pieza, cojea, pero todo junto tiene sentido, por lo menos para mí. Si fuera viable, aparcaría lo demás. Tengo el guión hecho perfectamente. Si hay pasta, monto un pollo... Ojalá. Harían falta patrocinadores para hacerlo realidad. Pero aunque nunca se haga, tener el disco ya me satisface.


UN PERCUSIONISTA DE REFERENCIA

"A veces me han llamado para meter
una percusión y he dicho que no"

Silvia Calado Olivo. Madrid, octubre de 2003

Tino di Geraldo ha tenido, junto a Rubem Dantas y a José Antonio Galicia, papel protagonista en el desarrollo de la percusión flamenca...

Me ha tocado.

Cuéntanos cómo llegaste a este mundillo.



Tino di Geraldo y Carles Benavent (Foto: Daniel Muñoz)


Cuando empecé no era consciente de esto. Yo era un tío que llega a Madrid y se busca la vida. Conoces a uno que tiene un grupo de lo que sea, te apuntas porque te cae bien, no tienes un duro y tocas. Y conoces a otro y a otro y, de casualidad, a Diego Carrasco en un estudio y han llamado a un percusionista y era muy malo y lo han echado y aparezco por ahí. De repente, estoy metido en el flamenco, estoy grabando unas bulerías y yo en mi vida había tocado flamenco. Me gustó siempre la guitarra, pero había escuchado el flamenco muy por encima, como lo puede escuchar la mayoría de la gente, sin conocimiento y, por supuesto, nunca había tocado. Empecé tocando escuchando Led Zeppelin, Pink Floyd, James Brown... Vamos, que era más bien blanco y muy payo. Y por la música, por el buscarte la vida, por casualidad, estás en un estudio grabando bulerías, pero lo mismo que estarías grabando una sardana, es una circunstancia. Por lo que sea, te siguen llamando... Y a partir de ahí grabé con Manolo Sanlúcar. De hecho, la primera vez que toqué un cajón en mi vida fue grabando un tema de 'Tauromagia'. Y se lo encargó a un carpintero de Sanlúcar. "Aporrea ahí, ahí mismo, eso es bonito". Sólo pensaba que era de puta madre que esta gente me llamara. Y encima me pagaran. Así vas tirando hasta hoy.

Haciendo análisis, ¿cómo crees que ha ido evolucionando en estos años el papel que juega la percusión en la música flamenca?

No sé. Va en dos direcciones, hacia detrás y hacia delante. El flamenco es muy complicado. La percusión siempre estuvo en el flamenco de una forma o de otra. Es, simplemente, una cuestión de colores. Se descubre un color nuevo y parece que se ha descubierto el copón, pero sólo es un tono más. El cajón sigue siendo nuevo para muchos músicos. Yo estoy por ahí tocando y me preguntan: "¿Eso que es?". Y, sin embargo, en flamenco muchas veces es: "Otra vez, no". Son como caprichos, pero al final lo que importa es el soniquete, el compás. Y eso lo puedes hacer con un cajón, con una mesa, con unas palmas, con la cabeza contra la pared, con lo que sea. No es el instrumento, es el músico. A partir de ahí pasa lo que pasa, que ya se va en dirección contraria y en vez de ayudar... La percusión se supone que es una ayuda y un soporte, pero nunca tiene que ser lo contrario. Y muchas veces se recarga demasiado sin sentido. Y lo que se hace es estropear cuando no hace falta. También es el efecto del juguete nuevo del niño y abusas de él al principio, hasta que te das cuenta y ya lo pones en su sitio.


Las Manos de Tino di Geraldo (Foto: Daniel Muñoz)



¿No parece que el instrumento está un poco desprestigiado, que cualquiera se sienta a tocarlo?

Eso es lo que parece, que cualquiera lo coje y cualquiera lo toca pero ¿a quién llaman para tocar Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Vicente Amigo, Cañizares, los cantaores o productores como Isidro Muñoz? Es lo mismo que con los guitarristas. Hay trescientos mil que tocan que se te va la olla pero, a la hora de grabar, sólo hay dos. "El Dieguito no está, está en Tokio, me cago en la puta". La prueba está ahí. Y eso es de puta madre. Que haya mucha gente que toque y que toque bien, hace que el nivel suba, la media se dispara para arriba. Y la percusión, ya sabes la historia. Paco de Lucía en Perú se trajo a Rubem Dantas con el cajón... Y yo llego un poco después. José Antonio Galicia, que en paz descanse, ya había grabado baterías.

¿Coincides con José Antonio Galicia en lo del menos es más?

De hecho, a veces me han llamado para meter una percusión y he dicho que no, que estaba bien así, que para qué. Hay un montón de discos que quitarías pistas y reverberaciones... Y la guitarra también, sin tanta nota, sin tanto rollo... Lo demás, el adornito, el lacito, el papel... vale, pero se trata de ir a lo sustancial, a lo que interesa.

A LA VANGUARDIA DE LA PRODUCCIÓN

"La mayor dificultad de producir es convencer, al mismo tiempo, a la parte artística y a la comercial"

Silvia Calado Olivo. Madrid, octubre de 2003


Tino di Geraldo (Foto: Daniel Muñoz)



¿Cómo abordas el trabajo de producción?

A mí me gusta mucho ese apartado. Es difícil porque siendo productor estás tratando directamente con el comercio, estás entre lo artístico y lo puramente comercial, tienes que dar la cara por los dos sitios y convencer a los dos sitios. Y, por muy bien que lo hagas, si eso un día no se ve en los números, siempre vas a ser una mierda, nunca vas a tener caché. Puedes hacer muchos discos, que nunca pase nada con ninguno y si produces a un artista es porque a él le da la gana. Pero para que te llame una compañía, ya es porque hay unos números de por medio... cosa que a mí no me ha pasado todavía. Y me encantaría que me pasara. Es una forma de apostar. Me gustaría dejar de ser currante y que, de vez en cuando, me tocara un paquete gordo para poder hacer más todavía lo que me diera la gana. Y una de las pocas formas de conseguirlo es produciendo porque estás directamente apostando, estás haciendo una quiniela y el mero hecho de poder hacerla es fantástico... Otra cosa es que te toque.

¿Cuál es el criterio a la hora de seleccionar a quien producir?

Nunca haría un disco de algo que no me gustara o que no me creyera. Bueno, tendría que haber mucho dinero encima de la mesa. Sería puta... pero muy cara. Cosas que ni me interesaban ni me gustaban lo hice al principio para aprender porque lo de producir es un trabajo que requiere, a parte de talento y gusto, conocimiento a varios niveles: técnicos, musicales... Hice unos cuantos discos chungos, pero a drede. Era una oportunidad. Eran discos con mínimo presupuesto y en los que no había ni un duro para mí. Lo hice tres o cuatro veces hasta que dije "ya tengo el diploma, a partir de ahora si hago esto es porque me apetece o me interesa". Desde ese momento, he hecho Tomasito, Elbicho, Diego Carrasco, Jazzpaña, el último disco de Luz Casal... No merece la pena producir si no te interesa y no te apetece, porque es como casarte, como no lo tengas muy claro es horroroso, es una auténtica pesadilla.

¿Imprimes un sello a las producciones que realizas?

Yo creo que sí hay un sello Tino, aunque no sea el más indicado para decirlo. En algunas, la mitad de lo que suena lo he tocado yo. Ahí es fácil notar mi sello, soy más yo. Pero otras cosas como esto de Elbicho no he tocado nada, pero lo he manipulado todo con la técnica que tenemos a nuestro alcance. Puede ser que se note. Cada uno tiene su forma y es bueno que se te reconozca, aunque lo bueno realmente es que el disco esté bien, que en el disco esté ese grupo y esas canciones y que se oiga lo mejor posible. Se trata de no estropearlo, simplemente. Si lo consigues, ya has ganado el noventa por ciento. Y sacar lo máximo, exprimir... A veces encuentras cosas que no han visto y tienes que sacarlo para afuera. Hay que estar atento a aprovechar más y mejor lo que haya, sea lo que sea.

¿Cómo están influyendo las nuevas tecnologías en el 'modus operandi' de un productor?

Influye por, primero, la comodidad de que hoy se puede trabajar en casa, cosa que hace años era impensable. Grabar de verdad en tu casa, no maquetas, se puede hacer perfectamente sin tenerla acondicionada. Ya no hace falta estar dos meses en un estudio para grabar. Hoy en día para hacer lo mismo necesitas sólo cuatro días de estudio... y porque en mi casa, por los vecinos, no puedo grabar una batería. Traigo del estudio la batería grabada debajo del brazo y en mi casa la manipulo a mi antojo. También cambian los presupuestos. Desde luego, es la polla trabajar en casa y, sobre todo, estar solo, no tener ni un ingeniero ahí. En un estudio siempre estás diciéndole a uno ponte aquí, dale allí, para ahí. Cuando estás solo no tienes pudor en hacerlo ochenta veces más. Y a cualquier hora. Y tiene sus desventajas, claro, pues a veces las cosas no son tan frescas de tanto darle la vuelta, de tanto editar, de tantas posibilidades que tienes. A veces, por el contrario, grabas una cosita en una toma y ya está. ¿Y para eso me he gastado tanto en un ordenador? Pues sí, joder.

Por ejemplo, el otro día con Queco venía bien grabar unas palmas que fueran de colchón, que están ahí detrás arropándolo todo. Lo hice en diez minutos con el ordenador. Con diez segundos hice cuatro pistas juntas. Quedó perfecto, como si hubiera veinte palmeros. Si lo que quieres es eso, entonces sí. ¿Para qué vas a estar toda la tarde entera? Y lo coñazo que es eso. "¿Está bien esa palma?" Y los otros allí con los cascos sudando. En ese caso, no merece la pena traerte a cuatro personas, un día entero... lo hago con el ordenador y mi palma. Ahora, si lo que se quiere es, como en el caso de Tomasito, unas palmas por soleá de verdad con respiración y con ole y con todo, me llevo a cinco tíos de Jerez a El Cortijo de Málaga y los pones a gusto de todo. Y, vámonos, a grabar. Con esas tomas, sigo teniendo opción a manipular o a lo que me dé la gana. Y la única forma es lo de siempre, un paisano y dale.

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